Toda contracción muscular libera una pequeña descarga eléctrica. Hace unos 100 millones de años, en tiempos de los dinosaurios, un pez empezó a ampliar esa capacidad mediante la evolución de las células musculares a electrocitos, células que producen voltajes mucho más altos. "Si quitas la habilidad de una célula muscular para contraerse y cambias la distribución de las proteínas en la membrana celular, todo lo que tienen que hacer es empujar los iones a través de la membrana para crear un flujo masivo de carga positiva", dice Lindsay Traeger, de la Universidad de Wisconsin y coautora del trabajo. La alineación de millones de electrocitos en el cuerpo de la anguila semeja la de baterías en serie y es la responsable de las fuertes descargas, señala Sussman.
(Extraído del Elcorreo.es, 27 junio 2014)
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